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¡Ya llega la Navidad!

Por: Adolfo Ramírez del Aguila (Desde Iquitos-Perú)

Publicado: 2017-12-04

Dice una leyenda amazónica que, cuando Cristo nació, todos los animales de la selva empezaron a hablar, y los hombres y las mujeres de ese entonces, no sabían quién había nacido, ni por qué todos los animales se alegraban y comentaban aquel acontecimiento. Decidieron entonces preguntar al gallo sobre quién había nacido; y con su cantar característico, el gallo dijo: “¡CRISTO HA NACIDOOOOOOOO!” – “¡Aaaaaaah, Cristo ha nacido!” Se pasaban la noticia los humanos; pero no sabían dónde, y decidieron entonces preguntar al carnero: “Señor carnero: ¿dónde ha nacido el niño Dios?” y les dijo: “¡EN BELEEEEEEEEENNNNN!”. Entonces, fueron corriendo a Belén, Zona Baja, para ver al niño. En el camino, encontraron a una vaca y trataron de sacarle información. “Señora vaca, si has visto al niño, dinos: ¿cómo es él? La vaca respondió: “ES MUUUUUUUUUY BONITO”. Llegaron al lugar del nacimiento y adoraron al niño Dios. En eso a lo lejos, un tunchi silbó agudamente: “fiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin, fiiiiiiiiiiiiiiiiin a este cuento” (Autor Anónimo). 

Este relato muy didáctico y divertido, puede ser contado en este tiempo de preparación a la Navidad (Tiempo de Adviento, le llama el calendario litúrgico) para amenizar la charla entre amigos, como una manera de darle un toque cultural amazónico a esta gran festividad que se acerca.

A propósito de relatos, la Navidad o nacimiento de Jesús, sólo es contado por dos de los cuatro Evangelios: Mateo y Lucas (véase Mt 1, 18-25 y Lc 2, 1-7); Marcos ni lo menciona, y el Evangelio de Juan solo hace una profunda reflexión teológica de este acontecimiento, en un solo versículo: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Lo que nos hace pensar, que, si tuviéramos solo el Evangelio de Marcos y el de Juan, la Navidad no tendría seguramente el colorido que le damos actualmente.

Con sus elementos simbólicos religiosos característicos, el pesebre es todo un atractivo: José y María con el niño en el pesebre, los pastorcitos, los reyes magos y sus regalos, los ángeles, la estrella, los animales del establo, etc. Todos estos elementos muy ilustrativos narrados por Lucas y Mateo, dan realce al nacimiento del Salvador; una especie de teología narrativa con simbologías e imágenes muy llamativas, para optar por Cristo como nuestro Salvador.

La Navidad entonces, tenemos que celebrarla, con toda esta simbología narrativa que nos ofrecen Lucas y Mateo; pero, sin olvidar el motivo principal de nuestra fiesta: el llullito Jesús. Nuestro Salvador, se hizo humano, desde el momento mismo de la concepción, habitando 9 meses en el vientre de María, naciendo de sus entrañas de mujer, lactando y diciendo sus primeros balbuceos, aprendiendo el idioma de sus padres, agarrándose de las manos de José para aprender a caminar, alistándose para ir a la escuela- sinagoga, teniendo su mancha de amigos en Nazareth, como cualquier niño judío de su época.

Celebrar la Navidad, postrándonos ante un Dios que quiso hacerse niño-joven para salvarnos, es alejarnos de la tentación de creer en un Cristo muy divinizado, por las nubes, totalmente alejado de lo humano. Hay que meditar profundamente sobre este gran misterio de la encarnación, de la presencia de un Dios muy humano, muy normal, que se hizo carne.

Ayer, 03 de diciembre, fue Primer Domingo de Adviento, y nos quedan tres semanas más para la llegada de la Navidad 2017. Sería muy importante entonces, que no solo arreglemos con adornos y nacimientos nuestros ambientes, sino, que hagamos lo principal: hacer un balance consiente de nuestras vidas y optar por un cambio de verdad.

En nuestras familias, el pesebre tiene que ser con un toque selvático, para no olvidar que el Evangelio, la Buena Noticia, del nacimiento de Jesús, debe ser con una profunda identidad de lo nuestro, sin alienaciones culturales importadas de Gringolandia o del Polo Norte.

Y en nuestras escuelas, los pesebres que ya se están armando con mucha alegría, deben de ser el símbolo de una actualización del nacimiento de Jesús, para liberar a los estudiantes de tantos males: deserción escolar, desinterés por el estudio, drogadicción, embarazo a temprana edad, enfermedades, analfabetismo y tantos otros males que destruyen este hermoso paraíso escolar, creado por Dios para servir al joven.

En la selva peruana, el huahuito Jesús, se está gestando, para la alegría de los pobres y marginados que luchan para que esta Amazonía, deje de ser destruida por los Herodes modernos y sea el lugar en donde todos encontremos nuestra realización plena, sin contaminación, sin destrucción y sin la mega corrupción, tan de moda.

Las familias entonces, nuestras escuelas, y la selva plena, deben de ser los espacios privilegiados de un nuevo renacer para actualizar con urgencia el nacimiento del Salvador.

Y la Palabra se hizo carne actualizada en el cuerpo de los que sufren hambre y miseria en la selva peruana…y habitó entre nosotros (Jn 1,14).

Amén.


Escrito por

ADOLFO RAMIREZ DEL AGUILA

Natural de Tarapoto, docente de Educación Religiosa en una escuela pública de Iquitos y licenciado en Ciencias Sociales por la UNAP.


Publicado en

LA FE CALLEJERA

Es una publicación dedicada a destacar el "Efecto Francisco" desde las periferias amazónicas peruanas.