Iquitos 02 de abril. La selva amazónica, a quién amaba tanto, está de luto. El hermano religioso, Paul McAuley, de nacionalidad británica, pero de corazón peruano, fue encontrado esta madrugada, calcinado y aún ardiendo sin vida en su casa albergue de Iquitos, capital de la Amazonía peruana. 

En la casa donde vivía el hermano Paul, es también una ecológica residencia en donde alberga a estudiantes nativos de extrema pobreza. Su amor a un Cristo con rostro nativo, fue la centralidad de su misión y su clara opción por los que, el papa actual les llama, los ninguneados del sistema.

Su extraña muerte, que está en investigaciones, enluta a toda la selva Amazónica, justo ahora que en este año, el papa Francisco está convocando a un Sínodo Panamazónico y los ojos de la iglesia y del mundo estarán centrados en los sufrimientos y esperanzas del mundo amazónico.

Este sencillo misionero, adquirió notoriedad nacional y mundial, cuando el segundo gobierno de Alan García, intentó expulsarlo del país, acusándole de hacer "terrorismo blanco". Debido a la cadena internacional de respaldo a su permanencia misionera en el Perú, el gobierno de AG tuvo que dar marcha atrás en su intento de mandarle de vuelta abusivamente a su país.

Esta muerte tiene consternada a la población loretana, pues, el hermano Paul, era muy querido por su defensa creyente a la Casa Común, la selva Amazónica, frente al pecado personal y estructural que la está destruyendo.

Se espera que las pesquisas respectivas aclaren esta extraña muerte de un ciudadano defensor de los frágiles ecosistemas, enseñándonos sin ser peruano, a amar esta tierra si es posible hasta dando la propia vida, como Cristo lo hubiera hecho. (Adolfo Ramirez)